“Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra ‘madre’ era la palabra ‘madre’ y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba”
(Julio Cortázar)

domingo, 19 de septiembre de 2010

Copla a la muerte de un jeune poéte



eres un buen momento para morirme...


Tu historia eres tú mismo y comienza con tu muerte. Pongamos que te apellidas Casanova, a veces fuiste feliz y nunca cumpliste los veinte. Pongamos también que es septiembre, hace frío y te descubro por ocho euros en la liquidación de una librería. ¿Quién te crees para entrar en mi vida y decirme que sí, que puedes querer morir antes de llegar a la veintena? Entonces me creo Prometeo y te conviertes en mi propio águila: aliméntate de mí, te entrego mis lecturas, mis noches de insomnio cuestionando la palabra luna. Nunca fuiste poeta en esta vida, más bien fuiste poesía. Amar es un verbo de la primera conjugación, ¿vivir? Hondo. Liviano. Todos los días son diciembre del setenta y seis; llueve. Leo que naciste en Tenerife, que te gustaba la música. A los diecisiete follaste, solo follaste. A los dieciocho te echaron del supermercado por masturbarte en la sección de cosméticos, ¿y quién no goza entre amapolas?, como diría Alejandra Pizarnik. Penetrarme en cada verso; hacerte el amor con la ropa puesta en cada página, lamer el semen de tu bilis. Perpetuarlo. Venerar la inmortalidad como un error, idolatrar la belleza que la muerte esconde, un revólver de amor, darling.
Ya no hay nada que hacer: las cuchillas, el gas, dejará de brillar el viejo sol; pronto.
Ahora soy yo el que se sienta frente a las cabinas telefónicas y procuro descubrir (te) el silencio -en silencio- Sangre. Me desangro con cada palabra. Me dejo morir para fundirme contigo en el llanto, en la no necesidad de vivir... ¿para qué? "Rimbaud canario": industria cultural. Hijo de Pessoa y Breton: el don de Felix Francisco Casanova (conocerte en cuarenta y cuatro días). Jeune poéte, jeune poéte, no resucites, jeune poéte. Que este mundo es cruel y no te quiere.
Veo la muerte en cada café.Pero no me encuentro. Solo te veo a ti. Caminas de puntillas por mi espalda atrapada en el tiempo. Quiero aprender a morir. Quiero querer aprender a morir cuando cumpla los veinte. Repetir tu nombre hasta quedarme sin voz y que me proteja de ti. Escucho tu eco gritando poesía desde otro país que no conozco. Y me refugio en mi propio sexo. Y tú entre las líneas... ¿no es esta la forma en la que te gustaría vivir?
No resucites, jeune poéte, no resucites, que en este mundo cruel no hay cabida a tus poemas.

2 comentarios:

  1. Me has emocionado, recordé la voz de muchos poetas que buscaron en la muerte la eternidad. La poesía, el sexo, la muerte, el exprimirse en la palabra, el vaciarse de la vida.

    Es muy bueno, Enrique.

    Besos

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  2. Bonito. Realmente bonito. Me cuesta leer entre lineas pero, lo que he podido descifrar me ha emocionado. Mucho. Eternos recuerdos...

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